"Estamos alto, ¿eh?", tira Marcelo Bosch, mientras le toma la mano a su novia Agustina -aterrizó aquí hace dos días- y sube en ascensor los 328 metros de altura que presume la impotente Sky Tower, una torre de telecomunicaciones que es la primera figura de la ciudad de Auckland.
El Chelo y su novia, en la Sky Tower de Auckland |
El Gigante de hormigón, ubicado a pocas cuadras del hotel Heritage, lugar en donde los Pumas hacen base, y que fue inaugurado en 1997 -su construcción demandó dos años y nueve meses-, fue el sitio elegido por el Chelo para pasar parte de su día libre. "Hace unos días que queríamos conocer este lugar, pero por H o por B nunca terminábamos viniendo", le cuenta a Scrum, mientras que, finalmente, el elevador hace pico en lo que es la estructura erguida de mayor altura del Hemisferio Sur -la más alta del mundo es la Burj Dubai, que mide 828 metros.
A poco menos de 96 horas para el gran choque de cuartos de final ante los All Blacks en el Eden Park, al jugador del Biarritz se lo ve feliz. Su buena predisposición y amabilidad siempre fueron y son una marca registrada en él, pero por estos días sus cualidades, tanto personales como rugbísticas, parecen potenciadas. "¿Sí? ¿Te parece? Deben ser los aires del Mundial", bromea.
Los últimos años de la carrera del Chelo, de 27 años, estuvieron signados por las lesiones. Pero él ya no quiere ni recordarlas. Ahora su presente transita por la vereda del sol y lo único que desea es disfrutarlo, sacarle todo el jugo posible. "Ya todos conocen mi historia y no reniego de ella. Aprendí mucho de los malos momentos, pero por suerte son parte de mi pasado", explica.
ProFocus / Sánchez Checa
Bosch jugará por primera vez ante NZ en XV
Este jugador polifuncional, que luego de reemplazar a Felipe Contepomi en el debut mundialista ante Inglaterra no dejó nunca más el equipo titular, conoció el rugby gracias a su madre, Teresa Lotti. "Llegué a Belgrano por ella. Sus hermanos, desde chiquitos, jugaban al rugby ahí y, una vez que se casó con mi papá, él también se hizo socio del club", cuenta, para enseguida agregar: "me acuerdo que a los siete u ocho años me llevaron a mi primer entrenamiento. Apenas empecé a jugarlo, me gustó, me encantó".
-¿Sos un fanático del rugby? ¿Te colgás viendo partidos por televisión?
-Soy fanático del deporte, de jugarlo mucho. Pero la verdad, te soy sincero, por tele veo más fútbol que rugby. Siempre me gustó mucho.
-¿Lo jugaste en algún momento?
-De chiquito, en el colegio o en la escuelita de mi tío. Hasta los 15 años practicaba los dos, pero el tema fue que en un momento tuve que optar porque me demandaba mucho tiempo. Ahí fue cuando el fútbol quedó en un segundo plano y me focalicé más en el rugby.
La historia de Bosch y el seleccionado argentino comenzó tener química allá por 2005, cuando fue convocado para disputar el Mundial M21 de Mendoza. "Por suerte puede ser titular y jugué un buen torneo. Creo que ese fue el momento en el que me di cuenta que, si me esforzaba, podía tener alguna chance en los Pumas". Y así fue, porque en noviembre de ese mismo año fue llamado a integrar la nómina celeste y blanca para enfrentar a Samoa (32-16), en el viejo estadio de Biei. "Fui suplente; no jugué ni un minuto, ja. Pero al año siguiente tuve revancha, porque me convocaron al plantel de Argentina A y, además, a los pocos meses, firmé con el Biarritz", recuerda.
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El centro, disfrutando la experiencia mundialista
El debut del Chelo en el seleccionado mayor fue el 9 de junio de 2007 frente a Italia. Sí, 2007, el año del Mundial de Francia. Marcelo fue parte del plantel Puma que viajó a Pensacola para realizar la preparación física pre RWC, pero, a su regreso a la Argentina, quedó afuera de la lista final en el último corte. "Yo sabía que ya había entrando un poco por la ventana y, si bien me veía más en un no que en un sí para la lista mundialista, al final me empecé a ilusionar, a ver que tenía más posibilidades que las que verdaderamente tenía", cuenta.
-¿Quedar desafectado fue una gran desilusión?
-En su momento fue una decepción porque medio que era un sueño, pero al tiempito regresé a Biarritz con Manuel Carizza, que también había quedado afuera, y la angustia se fue pasando. Además, me acuerdo que mi temporada 2007-2008 fue muy buena y eso también ayudó a atravesar el mal momento.
"Qué buena vista", comenta el Chelo para dejar en pausa la entrevista. Y tiene razón. Porque la panorámica que regala la Sky Tower es realmente de ensueño. La vista, en días claros, llega a una distancia de 82 kilómetros, alcanzando incluso la Península de Coromandel. Fabuloso.
Mientras Bosch piropea al Gigante, a su lado van y vienen varias camisetas de los All Blacks, el gran rival de cuartos de final. "Todavía es como que no conozco la dimensión de lo que voy a vivir el domingo. Es como que no me doy cuenta", confiesa.
-¿Se te cumple otro sueño?
-Es el sueño de cualquiera jugar contra los mejores del mundo, en su casa y en un Mundial. Ningún jugador de rugby puede decir que no le gustaría ser parte de un evento así. Ojalá me toque estar adentro de la cancha...
-¿Le tenés miedo al papelón?
-El grupo viene demostrando que es muy positivo, aunque hay que ser realistas: es un partido muy, muy, difícil. Y obviamente el tema del papelón está dando vueltas. Pero me parece que podemos hacer un muy buen partido. Nos los merecemos después de tanto esfuerzo y del Mundial que estamos haciendo. Espero que así sea.
-¿Creés que, de ganar, superarían el impacto que causó el tercer puesto en Francia?
-El Mundial pasado fue algo histórico y marcó algo increíble para nuestro país y para nuestro rugby. No sé si puede ser mayor o no a lo de Francia, pero está claro que sería algo tremendo poder ganarles acá, en su casa. Sería un sueño.
Por Ramiro Guillot y Patricio Connolly
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