Resulta que Olivos, el pueblo, nació en 1770, fecha que figura en el acta del Cabildo de la Ciudad de Buenos Aires y que registra el primer nombre que recibió la zona, Paraje de los Olivos. O sea que nació, como pueblo, antes que Belgrano.
De la misma manera que nosotros, el ferrocarril tuvo que ver en esa fundación y desarrollo ya que desde su nacimiento como paraje, recién en 1860, Hernán Wineberg donó una parte de sus tierras para que el Ferrocarril Central Argentino construyera un apeadero, en 1863, y que hoy es la estación Olivos del Ferrocarril General Bartolomé Mitre. Olivos Rugby Club se fundó recién en 1927. Tuvo una muy cercana y fuerte relación con Belgrano ya desde sus orígenes, y muchos de nuestros amigos de esa época se contaban entre sus huestes. Era común, entonces, encontrarnos en algún boliche, de los pocos que había, para tomarnos algunos traguitos y hablar de Rugby. Remember “My Drink”, en la vieja estación Borges, y algunos otros en Libertador o cerca del río. Juntarnos con ellos todos los años, especialmente cuando se jugaba la Copa Logan, era habitual y formaba parte de la ceremonia inicial de los amistosos previos al campeonato. Todas las divisiones del Club, que en aquella época solo eran 5, ya que arrancaban de la sexta (a veces había séptima) hasta Primera. No había Pre y solo un equipo por división. Como solo había 15 jugadores por equipo, porque en esos tiempos no había posibilidad de hacer cambios, esos amistosos eran muy esperados porque jugábamos todos. También era la ocasión en que el Club, cuando jugábamos de local, tenía que cambiar la camiseta por una blanca. La lucha que tenía con mis cuatro hermanos para agarrar alguna cosa que fuera blanca, en muchos casos nos poníamos una camiseta de las de abajo de la camisa cubriendo la chocolate y oro, eran antológicas y tenía que intervenir mí mamá para que no terminará en el clásico “boxeo” familiar. A diferencia de ahora, los interpretes de la pacificación tenían diferentes métodos, ya que en aquel entonces, si intervenía mí viejo, nos fajaba con el cinturón y la lucha terminaba rápidamente por la huida acelerada, por seguridad, que emprendíamos los cinco. Volviendo al partido, la tradición de la recepción era diferente, no había almuerzo previo pero los terceros tiempos en el bar del Pabellón eran inolvidables. Por supuesto que había algunos conspicuos del Club, y varios de Olivos que no se les quedaban atrás, que daban la nota y se quedaban hasta que los gallos cantaban. Así llegaban al laburo, no olvidarse que en aquella época se jugaba los domingos, destruidos y con poco registro de la noche anterior. Los involucrados en este comentario, a los cuales no nombraré porque hoy son señores respetables, cuando se habla del tema se hacen soberanamente los boludos, pero se los ve pulular por el Club con cara de “yo no fui”. Por eso este partido, por la historia de nuestros encuentros con Olivos, nos trae tantos recuerdos y verlos en el Club siempre es un placer. Quiero mencionar en este comentario a un nuevo personaje, ya habitual en todos los partidos que, así llueva o truene, está dejando registro fotográfico de este presente tan lindo del Club.. ¡Gracias Rafael Squeglia!, lo tuyo es muy bueno para guardar imágenes del Rugby del Club que hoy solo puedo hacer con palabras. Y, nuevamente, ¡MUCHAS GRACIAS! a Magaña por su trabajo histórico inigualable. Cuando pasan los años, este año el Club cumple 115, uno se aferra a esos recuerdos con mucha firmeza y sirven para seguir soñando que mañana habrá un equipo mejor y que el Club seguirá siendo el más grande...
Horatius
1 comentario:
siga siempre con estas anecdotas!
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