Corrían los últimos años de la década del 50, el Club estaba muy bien representado en Rugby con un equipo que tenia ambiciones de campeón. La muchachada que la integraba también daba que hablar en el barrio, y en todo el ámbito de la capital y GBA, por su permanente espíritu de “jubileo”.
Alguno de los integrantes de ese equipo sufrió la más desalmada de las penas, expulsión, pero nunca dejó de soñar con el regreso. Lo logra, muchos años después, con gloria.
Mientras tanto, los que se salvaron, seguían en sus “actividades” diversionistas y aprovechaban cualquier oportunidad para dejar su marca…
Es importante que, para entender este tema, se ubiquen en el Buenos Aires de aquella época, especialmente en nuestro Belgrano “R”, tranquilo, solitario y muy oscuro en las noches.
El extremo era tal que, en Virrey del Pino, crecía el pasto entre los adoquines porque solo pasaba algún auto muy de vez en cuando..
Reitero, hay que ubicarse en aquel Belgrano, con carros que llevaban leche, pan, hielo y verduras a nuestras mamás, que compraban en la calle, circulando por sus calles, y así entender las cosas que se llevaban a cabo como diversión..
Pero también había otras cosas, que se hacían a la salida del Club durante la noche.
Un detalle importante para esta historia es que muchos jardines no tenían verja y se accedía caminando por el mismo hasta la entrada de la casa.
Había una gran casa, donde hoy está el colegio de monjas (al lado del Mekhitarista), que llevaba el nombre de San José y en cuyo jardín había dos enanos, uno a cada lado.
Demás esta decir que los enanos estaban en la mente de la banda y un día, al finalizar el entrenamiento de los jueves, se decidió que, para levantar el animo a los muchachos de Curupayti con quien se jugaría ese domingo por ultima vez ya que descendían, uno de los integrantes del equipo debía “secuestrar” uno de los enanos y “prepararlo” antes de partir de viaje a Hurlingham.
El enano recibió los colores de Belgrano y Curupa, medio cuerpo para cada camiseta, y partió con la delegación.
Durante todo el día se le rindió homenaje, presidió el tercer tiempo incólume (¡era un enano de piedra!) y, al caer la noche, se decidió enterrarlo en algún lugar del campo de Curupa.
Hurlingham era, en aquella época, más campo que ciudad y, por la negrura de la noche, después de realizar varias excavaciones, se procedió a enterrar el Grumpy..
Desde aquel momento y como consecuencia de los festejos posteriores, más lo anteriores, nunca más se supo del señor de piedra..
La gente de Curupa, en varias oportunidades, pidió que rememoraran esa noche, ya que estaban a punto de ascender y querían desenterrarlo. Demás esta decir que, a la tercer o cuarta vez de fracasar y no lograr alcanzar la Primera división que los había abandonado comenzaron, al principio en broma y luego muy enojados, a sospechar que el enano era el mufa que no los dejaba ascender.
Nadie los pudo ayudar, el enano nunca apareció, y recién pudieron volver a jugar en Primera cuando se cambió el sistema de clasificación.
Es el día de hoy que, aun cuando no lo reconozcan, se comenta que hay un grupo de espeleólogos abocados a la tarea, sin éxito, de encontrar a Juan Piedra, el que, si es verdad, se está desternillando de risa en otro lado y por eso no lo encuentran..
Si alguna vez entras al Club y, en lugar del señor de Prosegur, te atiende un petiso orejudo con gorra caída, no sospeches nada, es el enano que se quiere reír un poco..
Alguno de los integrantes de ese equipo sufrió la más desalmada de las penas, expulsión, pero nunca dejó de soñar con el regreso. Lo logra, muchos años después, con gloria.
Mientras tanto, los que se salvaron, seguían en sus “actividades” diversionistas y aprovechaban cualquier oportunidad para dejar su marca…
Es importante que, para entender este tema, se ubiquen en el Buenos Aires de aquella época, especialmente en nuestro Belgrano “R”, tranquilo, solitario y muy oscuro en las noches.
El extremo era tal que, en Virrey del Pino, crecía el pasto entre los adoquines porque solo pasaba algún auto muy de vez en cuando..
Reitero, hay que ubicarse en aquel Belgrano, con carros que llevaban leche, pan, hielo y verduras a nuestras mamás, que compraban en la calle, circulando por sus calles, y así entender las cosas que se llevaban a cabo como diversión..
Pero también había otras cosas, que se hacían a la salida del Club durante la noche.
Un detalle importante para esta historia es que muchos jardines no tenían verja y se accedía caminando por el mismo hasta la entrada de la casa.
Había una gran casa, donde hoy está el colegio de monjas (al lado del Mekhitarista), que llevaba el nombre de San José y en cuyo jardín había dos enanos, uno a cada lado.
Demás esta decir que los enanos estaban en la mente de la banda y un día, al finalizar el entrenamiento de los jueves, se decidió que, para levantar el animo a los muchachos de Curupayti con quien se jugaría ese domingo por ultima vez ya que descendían, uno de los integrantes del equipo debía “secuestrar” uno de los enanos y “prepararlo” antes de partir de viaje a Hurlingham.
El enano recibió los colores de Belgrano y Curupa, medio cuerpo para cada camiseta, y partió con la delegación.
Durante todo el día se le rindió homenaje, presidió el tercer tiempo incólume (¡era un enano de piedra!) y, al caer la noche, se decidió enterrarlo en algún lugar del campo de Curupa.
Hurlingham era, en aquella época, más campo que ciudad y, por la negrura de la noche, después de realizar varias excavaciones, se procedió a enterrar el Grumpy..
Desde aquel momento y como consecuencia de los festejos posteriores, más lo anteriores, nunca más se supo del señor de piedra..
La gente de Curupa, en varias oportunidades, pidió que rememoraran esa noche, ya que estaban a punto de ascender y querían desenterrarlo. Demás esta decir que, a la tercer o cuarta vez de fracasar y no lograr alcanzar la Primera división que los había abandonado comenzaron, al principio en broma y luego muy enojados, a sospechar que el enano era el mufa que no los dejaba ascender.
Nadie los pudo ayudar, el enano nunca apareció, y recién pudieron volver a jugar en Primera cuando se cambió el sistema de clasificación.
Es el día de hoy que, aun cuando no lo reconozcan, se comenta que hay un grupo de espeleólogos abocados a la tarea, sin éxito, de encontrar a Juan Piedra, el que, si es verdad, se está desternillando de risa en otro lado y por eso no lo encuentran..
Si alguna vez entras al Club y, en lugar del señor de Prosegur, te atiende un petiso orejudo con gorra caída, no sospeches nada, es el enano que se quiere reír un poco..
Horatius
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